La violencia doméstica suele comenzar de forma sutil, cuando el agresor se vuelve violento al azar por acontecimientos que le frustran. Sin embargo, otros buscan obtener una posición de control y poder sobre su pareja o familia. El maltrato puede consistir en acciones emocionales, físicas, sexuales, psicológicas o económicas, o en amenazas que pretenden intimidar, herir o controlar a otra persona.
Los patrones de comportamiento poco saludables deben ser observados con atención para evitar casos de lesiones físicas o emocionales graves. Los comportamientos que intimidan, aterrorizan, atemorizan, manipulan, dañan, culpan o hieren a alguien deben exigir una acción inmediata. Algunos de los hábitos malsanos y destructivos a los que debe prestar atención son:
- La pareja lo avergüenza delante de su familia o amigos
- La pareja menosprecia sus logros
- La pareja abusa de las drogas o toma alcohol en exceso y dice palabras hirientes o le agrede físicamente
- La pareja castiga excesivamente a los niños por simples errores
- Lo trata con dureza, lo presiona, lo pellizca, lo empuja o lo golpea
- Lo intimida para que cumpla con sus creencias o religión
- Lo culpa constantemente de la situación en la que se encuentran
- Le impide a la fuerza que persiga sus sueños
- Impide que se vaya incluso después de pegarle
- Lo hace sentir pequeña/o e incapaz de tomar decisiones